Influenciado por la lectura del libro “De qué hablo cuando hablo de correr” de Haruki Murakami con el que comparto afición, desde hace tiempo llevo pensando en escribir sobre aquellos pensamientos que me asaltan cuando corro. Esta actividad que en los últimos meses he realizado con cierta asiduidad, tiene la bondad de permitir que los pensamientos fluyan, y en muchas ocasiones los que me asaltan intentan buscar explicación a mis acciones. Quiero compartir uno que ha brotado en mi cabeza como una forma de justificación: la constancia.
Como el común de los mortales, lo primero que hice tras reflexionar sobre este tema, fue buscar su definición exacta en el diccionario de la real academia del ciberespacio, Wikipedia. Según la wiki (y la religión cristiana), la constancia es la virtud que nos conduce a llevar a cabo lo necesario para alcanzar las metas que nos hemos propuesto, pese a dificultades o a la disminución de la motivación personal por el tiempo transcurrido. La constancia sustenta el trabajo en la fuerza de voluntad y en el esfuerzo continuo para llegar a la meta propuesta.
Bien, independientemente de que para algunos sea una virtud, o para otros sea una actitud ante la vida, lo que si he podido constatar es que es una valiosa herramienta a la que muchos nos vemos obligados a recurrir para alcanzar nuestros objetivos. Un herramienta sin la cual no conseguiríamos convencernos de que es posible, de que podemos llegar a cumplirlos y que dan al camino a recorrer para conseguirlo, más importancia que el propio objetivo.
En estos últimos años habréis podido comprobar que la palabra de moda es talento. En el discurso que Mario Vargas Llosa realizó en la ceremonia de entrega de los nobel, relacionó sutilmente talento y constancia, llevándonos a una conclusión que empieza a calar: el trabajo y la constancia son las mejores formas de provocar al talento. Sin embargo, de forma natural la constancia lo relacionamos con esfuerzo, con sufrimiento…
Constancia, talento, esfuerzo, sufrimiento… Todos estos palabros fuera de contexto pueden sonar a retórica evangelizadora que en ocasiones choca frontalmente con la gente más joven, creedme si os digo que puedo entenderlo.
Lo que sí puedo constatar desde mi experiencia es que los logros que se consiguen con esfuerzo, son los que más perduran en nuestra memoria, los que forjan nuestro carácter, nuestra forma de actuar, nuestra capacidad para enfrentarnos a la vida. En términos académicos nos capacita para alcanzar metas, metas que en muchas ocasiones evaluamos como inalcanzables. Por eso soy de las personas que piensan que con constancia………….cualquier reto es posible, solo depende de ti.